Bienvenidos a una inmersión en el fascinante universo del Txakolí, un vino único que captura la esencia de los valles vascos y la destreza de las familias productoras. En este viaje, nos sumergiremos en las características que hacen de este vino una joya vinícola con Denominación de Origen.
El Txakolí, tesoro vinícola del País Vasco, encuentra su esencia en la singularidad de la uva Hondarrabi Zuri. Esta variedad, cuyo nombre en euskera significa «blanco», se erige como la columna vertebral de uno de los vinos blancos más distintivos de España.
La uva Hondarrabi Zuri
Con su perfil de sabor fresco y vibrante, la Hondarrabi Zuri es la encarnación misma del Txakoli en la copa. Con notas cítricas, florales y herbáceas, esta uva de racimo pequeño y apretado ofrece una acidez refrescante que eleva cada sorbo de Txakoli, creando una experiencia sensorial inigualable.
Orígenes
Las primeras menciones escritas de la Hondarrabi Zuri se remontan al año 1783, revelando así su arraigada presencia en la región mucho antes de que el TxakolÍ ganara renombre internacional. Esta uva, que se cultiva a ambos lados de los Pirineos, encarna la rica historia vitivinícola que se entrelaza con los paisajes montañosos y las costas del País Vasco.
Los orígenes de la Hondarrabi Zuri han intrigado a los enólogos y ampelógrafos durante siglos. Desde teorías que la vinculan a las regiones vinícolas francesas hasta estudios genéticos que revelan su parentesco con variedades americanas, el misterio que rodea a esta uva añade una capa fascinante a su legado en el mundo del vino vasco.
Los suelos
Los viñedos de Txakoli se enraízan en suelos antiguos, del Jurásico y el Paleoceno Inferior. Junto a restos fósiles y minerales, los suelos margo-calcáreos albergan una riqueza única. Por otro lado, los movimientos tectónicos han esculpido capas irregulares, desafiando las normas geológicas y creando un lienzo excepcional para la viticultura. Si a esta orografía de alto drenaje le sumamos la lluvia abundante, se empobrecen los suelos de manera superficial y permite que se cultiven uvas de calidad.
Según José Peñín, la vid ha desafiado y sobrevivido adversidades únicas en la historia vinícola vasca. Entre ellas la filoxera que no pudo con la uva Hondarrabi Zuri gracias a la humedad y la topografía. Este fenómeno singular ha mantenido las cepas autóctonas enraizadas en la región hasta el día de hoy.
Desafíos, Producción y Futuro
Tal como hemos comentado, la humedad y la limitada insolación pueden ser escudos, pero a la vez presentan desafíos, como el mildiu y la botrytis. Amenazas persistentes. Sin embargo, el cambio climático ha traído beneficios al adelantar el ciclo vegetativo, permite una maduración más lenta y mejor calidad. La transición a sistemas de espaldera modernos ha optimizado la eficiencia y minimizado riesgos.
El modelo productivo local, de bodegas familiares del Txakolí, ha evolucionado hacia una dedicación exclusiva. Viñedos pequeños y dispersos, a menudo en pendientes pronunciadas, requieren cuidado manual intensivo. Esto obliga a que haya colaboraciones entre denominaciones y proyectos de innovación para potenciar mejoras en técnicas de cultivo y vinificación.
El conocimiento y la colaboración han permitido elaborar crianzas sobre lías hasta vinos con paso por barricas. El Txakolí se reinventa, ofreciendo opciones más complejas y gastronómicas. A pesar de los desafíos normativos, se vislumbra un futuro donde los Txakolis de vendimia tardía y espumosos podrían ser parte integral de la denominación.
Denominaciones de Origen: Txakolí
El Txakolí, con tres DO destaca en la rica diversidad del País Vasco. Cada región aporta su carácter único, des de la frescura de Getaria hasta la complejidad de Bizkaia y la exportación de Álava.
Bizkaiko Txakolina
La vid en Bizkaia tiene una larga historia desde los siglos XII y XIII, centrada en la viticultura local. Se sugiere que «txakoli» proviene de «etxeko ain«, significando ‘lo justo para casa’. En los siglos XIV y XV, se reguló el vino local, mencionándose «vino chacolin» en 1520. A principios del siglo XX, plagas y competencia externa afectaron las 2.874 hectáreas de viñedo de 1891. A pesar de esto, el txakoli tuvo un auge a fines del siglo XIX y principios del XX con las ‘chacolines’, tabernas exclusivas para el txakoli.
En los años 80, productores impulsaron la recuperación del viñedo, resultando en la «Denominación de Origen Txakoli de Bizkaia-Bizkaiko Txakolina» en 1994.
Getariako Txakolina
La Denominación de Origen Getariako Txakolina ha evolucionado a lo largo del tiempo. En el siglo XIV, las Ordenanzas de la Provincia resaltaban la importancia del cultivo de la vid en Gipuzkoa dándole un extra de protección. En el siglo XIX, la zona txakolinera se expandió, produciendo 400.000 litros en 250 hectáreas de viñedos. En 1989, tras un proceso de revitalización, se oficializó la D.O. Getariako Txakolina, con 52 hectáreas en Zarautz, Aia y Getaria. En 1990, se lanzó la primera cosecha con precinto D.O. En 2007, la denominación se amplió a Gipuzkoa, sumando 327 hectáreas y 18 bodegas.
Hasta 2022, 35 bodegas se han unido, cultivando 446 hectáreas. El Consejo Regulador, con sede en Getaria, garantiza la autenticidad del Txakoli de Getaria, elaborado con Hondarrabi Zuri y Hondarrabi Beltza (variedad tinta).
Arabako Txakolina
En resumen, la historia del txakoli en Álava se remonta al siglo IX, con registros de viñas en Retes de Tudela en 864. Entre los siglos XIII y XV, la plantación de viñedos se expandió en Ayala con regulaciones protectoras. La palabra «chacolín» apareció por primera vez en 1623. A principios del siglo XX, la plantación disminuyó a 93 hectáreas, y en 1988, al fundarse la Asociación, era inferior a 5 hectáreas, con variedades dispersas y sin un proceso de elaboración común.
En cuanto a la situación actual, la producción de txakolí en Álava presenta una situación favorable, a pesar de los ataques de mildiu. La sequía en julio y agosto afecta la producción, pero las lluvias beneficiosas en septiembre permiten buenas vendimias a principios de octubre.
